Hubo una vez, en algún rincón del planeta tierra, un hombre
que gozaba de todos los placeres que la mente se pueda
imaginar y un ser humano pueda disfrutar; manjares exquisitos, viajes impresionantes,
mujeres sirviéndole como el REY que
era, joyas preciosas y exuberantes… en
fin, disfrutaba de todo lo bello de la
vida, la gente le estimaba mucho y deseaban disfrutar la vida de ese gran
personaje.
Este, había nacido en una
tierra muy próspera, llena de lindos paisajes, muy fértil, de abundante riqueza
natural y mucha bendición; había también en dicha tierra, un hombre pobre, que se dedicaba a la agricultura y a cuidar
animales del campo para poder subsistir él y toda su familia.
El
pobre, al pasar por el palacio del REY, se dijo a sí mismo: ¡MIRA! Qué vida más digna la que lleva
ese hombre, nada más date cuenta de cómo ha luchado por ganar todo lo que ahora
disfruta y prácticamente tiene su vida resuelta, tiene “SALUD”, “DINERO” Y “AMOR”. Le reprochó su interior otra vez: Acaso
te vas a quedar conforme con lo que
tienes, ¿acaso no lucharás por darle a
tus hijos y tu mujer, todo lo que el REY
le da a los suyos y a sus sirvientes?, vamos le dijo, lucha y no te acobardes
por lograrlo…reflexionó y dijo, lucharé por alcanzar todo lo que el REY ha
logrado y poder asegurarme un mejor estilo
de vida.
Un día, el rico se preguntó a sí
mismo, ¿A caso no te satisface el poder estar con tanta mujer se te
plazca?, ¿No te llenan el estómago,
tantos manjares exquisitos y suculentos que te preparan en el palacio?, ¿Será
que ya no te apasionas por las joyas más extravagantes que tienes en tu cofre?;
el mismo se increpó… ¡ NO ! porque
siento un gran vacío al haber perdido el verdadero AMOR de la mujer que en realidad me amaba, siento un gran pesar por
ver a mis hijos que son tan vacíos de su corazón, no sienten más que cariño por
mi persona, aman más sus caballos, sus vestimentas y diversiones que a éste
pobre viejo…ehh.. Hace años eras tan
JOVEN…MÍRATE HOY… Tan viejo e
infeliz, sólo y destrozado.
El hombre rico lloró amargamente, sufría de
la tristeza de estar solo; sin su mujer, sus hijos e hijas; ninguna cosa material le había llenado
como él creía y esperaba, se fue muriendo lentamente, causa de sus acciones y decisiones, no sin antes reprocharse que
mejor hubiera llevado una vida “tranquila
y sin ataduras”
El hombre rico dijo para sí mismo: “Tanta fama, tanta fortuna, tantas
cosas materiales”… pero que vacío se
siente en el corazón… Vah! Qué más da, las personas al menos me estiman,
que mejor que eso. Ellos no saben lo que sufro.
El pobre decidió: Desde hoy lucharé por alcanzar todas mis metas,
llenaré mi casa con ricos manjares, graneros llenos, la mejor ropa para mis
hijos y todo aquello que siempre soñé.
Así comenzó la travesía del
hombre pobre entre buscar la felicidad financiera… Años pasaron, en cierta
forma fue acumulando riqueza, fama, poder y el tiempo pasó como una lluvia
pasajera y efímera.
El pobre llegó a tener tanta
fortuna como nunca había tenido, sin embargo, su salud se deterioraba, sus
amistades eran superficiales, sus hijos se olvidaron de él ya que se fueron
lejos a países lejanos por una mejor vida y una mejor educación, su mujer se
fue volviendo vana y altanera, más amante de las cosas que de las personas… y
así, toda la vida de humildad, cariño, amor de familia y amistad sincera se fue
esfumando como el agua que corre del río hacia el mar.
Ambos hombres llegaron a su
vejez, solos, abandonados, enfermos y desesperados y jamás conocieron las
palabras de vida eterna, nunca nadie les hablo del camino del bien y que había
alguien que dio su vida para darles la vida eterna.
Un hombre que era
verdaderamente rico, hijo de DIOS, de casta real, se humilló a lo
sumo para dar vida eterna a todo ser humano sobre la faz de la tierra.
Ese hombre que dejó su trono
de REY para venir a la tierra y dar
la vista a los ciegos, sanar a los enfermos, limpiar a los leprosos, hacer
escuchar a los sordos y hacer caminar a los paralíticos, ese hombre, con unos
cuantos panes y unos pescados alimento multitudes, resucito a los muertos,
liberó a los cautivos y endemoniados y jamás se jacto por tantos milagros y
prodigios, jamás reclamo sus derechos como ser humano, sin embargo, cumplió al
pie de la letra cada palabra pronunciada, porque es el nombre sobre todo nombre.
Ese hombre dijo las palabras
más profundas de la historia y que hoy por hoy todo ser humano sobre la faz de
la tierra debe considerarlas para no perder su alma:
De
qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma.
San Mateo 16,26
San Mateo 16,26
Hay que ser felices con el
pan de cada día, la mujer del hogar, el vestido necesario, una casa digna y
todo aquello que en lo posible nos mantenga con los pies en la tierra.
Ese hombre se llama “JESÚS”
Autor:
Dany Bautista
danybau.blogspot.com
@bautistadany1
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